REPENSAR LA SALUD PARA REPENSAR LA VIDA

Intro

La salud es lo importante, decían muchas personas que no tenían cubiertas muchas de las necesidades que se consideran básicas en el mundo capitalista occidental. Si no tienes salud, no puedes hacer nada, decían otras. Sin darnos cuenta ha llegado el momento en el que la salud de los países del llamado primer mundo no está garantizada. No es sólo la falta de medios para cubrir los servicios sanitarios, ni la destrucción del medio en el que vivimos, lo que impide la garantía de nuestra salud, sino también la imposibilidad de alcanzar las metas deseadas en cuanto posición social se refiere.

La Organización Mundial de la Salud, que está teniendo un papel protagonista en estos momentos, definió la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. No se trata sólo de no padecer enfermedades, sino que hay que tener en cuenta factores sociales para poder decir que si estamos o no sanos.

Floreal Ferrara, cardiólogo y especialista en medicina social (hijo de un carpintero naval anarquista, como su nombre nos hace sospechar), complementó esta definición en las tres áreas planteadas. En la salud física, que corresponde a la capacidad de una persona de mantener el intercambio con el entorno y dar una respuesta física a las situaciones que se le plantean. En la salud mental, que radica en el equilibrio de la persona con su entorno, lo que le implica una posibilidad de resolución de los conflictos que le aparecen. En la salud social, en la medida que la persona pueda convivir con un equilibrio psicodinámico, con satisfacción de sus necesidades y también de sus aspiraciones.

Atendiendo a esta definición y a los conceptos que componen la salud de las personas, podemos deducir que, pese a los intentos de la OMS para unificar criterios, no se puede garantizar la salud para todas las personas del mundo, sin garantizar antes la libertad, igualdad y autonomía de las personas y comunidades. Nunca podremos encontrar el equilibrio con un entorno en continua destrucción; tampoco en una sociedad que tiene la competencia en lugar de la colaboración como motor; por supuesto, no podemos encontrar la salud en una sociedad en la que no alcanzamos la satisfacción de las mínimas necesidades básicas para la supervivencia: pan, trabajo, techo y dignidad. Lo estamos viendo y lo vamos a padecer.

Gobiernos, Estados y gestión de las Pandemias (ésta y las que vendrán)

El Sistema Sanitario o la “Sanidad” está en manos de los Gobiernos de turno y no de las personas que componemos la sociedad. Mediante los mecanismos del Estado y de las Regiones, éstos gobernantes han entregado el sistema que se supone que nos tendría que garantizar la salud a la “ciudadanía”, a empresas con ánimo de lucro, que generan beneficios millonarios para sus inversores, que a su vez agradecen el gesto a la clase política, asegurándoles una buena jubilación en los consejos de administración.

Gobernantes, supuestamente asesorados por científicos, son quienes han tomado las decisiones sobre cómo se tenía que actuar ante la Pandemia que se nos venía encima; desde un primer momento se dejó claro que no se podría evitar, teniendo en cuenta que el escenario que se planteaba en un inicio era el de la llegada de un virus menos transmisible y menos letal. Las decisiones se han tomado de manera centralizada, bien sea desde las regiones, bien desde el Estado, lo que ha impedido adaptar las medidas a tomar al territorio en el que se tenían que aplicar, teniendo como resultado el confinamiento en casas de campo a personas mayores, a las que su garante de la salud, el o la médico rural, les había “recetado” movimiento diario al aire libre. Las personas que asesoran a los gobiernos no se cansan de repetirlo. Las medidas que se están tomando no son para acabar con el SARS-CoV-2 (coronavirus que provoca la enfermedad COVID-19), sino para bajar la curva de contagios y evitar el colapso de los servicios sanitarios.

El virus ha mutado, ha logrado saltar desde un vector de transmisión salvaje a otro humano. Para ello ha contado con nuestra inestimable. Haciendo caso omiso de las advertencias de la OMS, se ha impedido el equilibrio entre nosotras y el medio en el que nos movemos, promoviendo la destrucción del entorno con el objetivo de sacar beneficio económico para unas cuantas personas. El resto nos hemos conformado con las migajas que caían y nos hemos tragado el cuento del desarrollo y el crecimiento constante pero sostenible.

El personal científico que asesora a los gobiernos también lo tiene claro, pero ni puede, ni va a decirlo: las altas tasas de letalidad no se producen por la fuerza del patógeno, sino por la ausencia de una red sanitaria eficaz. La sanidad se colapsa en cada brote de gripe común. Cada año vemos y denunciamos las imágenes de personas en medio de los pasillos de urgencias, la saturación del servicio, las listas de espera, el desvío de pacientes a la sanidad privada…la salud no se puede sustentar en un sistema sanitario que es sólo fachada, pero que no tiene nada por dentro. Falta material, faltan EPI´s, falta personal…y por muchas campañas digitales que se están llevando a cabo, no vamos a poder cambiar la situación desde casa, ni tampoco desde los juzgados. Lo estamos viendo y lo estamos padeciendo.

La solución de urgencia a esta crisis la están encontrando en el confinamiento total de la población y en la militarización de las calles. El aislamiento total no es una solución efectiva si no se activan otras medidas. Tampoco lo es si el confinamiento surge desde la centralidad del Estado o de las autonomías. Sólo estamos viendo la punta del iceberg de los problemas de salud que esta medida causará, por el hecho de aplicarla tarde, por hacerlo desde la política del miedo y la represión, y por no tener en cuenta las particularidades de los territorios y de las personas. Además, sabemos ya que el virus no se va a marchar, se quedará con nosotras y volverá a brotar; la pregunta es si actuaremos de la misma manera irracional y obediente.

Lamentablemente nos quedan muchas pandemias por sufrir. Sin pretender ofender a nadie, menos aún a las personas que han sufrido la pérdida de seres queridos, esta pandemia ha sido suave en sus consecuencias, pese a la pésima gestión que ha hecho aumentar el número de muertes y de contagios. Si en el futuro nos encontramos con otro tipo de virus, más letal que el SARS-Cov-2, será mejor que nos pille prevenidos y habiendo re-estructurado la sociedad y nuestros servicios sanitarios, para que podamos garantizar un mínimo de salud a las personas.

Es probable que, si no cambiamos nada de lo esencial, si salimos a la calle, cuando se levante el confinamiento, para seguir haciendo lo mismo que hacíamos antes, muy pronto tengamos que volver a nuestras casas otra temporada. La sociedad del capitalismo, del consumismo, de la individualidad sin tener en cuenta la comunidad, es una sociedad que no puede garantizar la salud. La sociedad capitalista enferma el planeta y nos enferma a todos los seres que vivimos en él.

El Estado no es ningún aliado. Es un instrumento de control y gestión de los recursos de un territorio, en base a intereses que no tienen por qué favorecer la salud de las personas. En estos tiempos hay un gran combate para acceder a los mandos, incluso para crear estados propios. Pero la génesis de los estados no puede desligarse del Poder militar, por lo que ningún Estado que tenga la intención de seguir siéndolo, puede renunciar a ese poder. El mundo está en guerra y lo están repitiendo constantemente en sus comunicados. Lo estamos viendo y lo estamos padeciendo, en España y en Cataluña.

Si aceptamos el actual estado de las cosas, si aceptamos el confinamiento centralizado y sin ningún tipo de crítica, entendiéndolo como un acto de “responsabilidad”, nos estamos haciendo un flaco favor y fomentando la expansión del miedo. Estamos fomentando la aceptación de esta medida para futuras epidemias o catástrofes. La solidaridad que se está intentando hacer efectiva en muchas zonas se está convirtiendo en caridad desorganizada e irreflexiva. Estamos viendo cómo por las calles sale gente con mascarillas FPP2 y FPP3, mientras el personal sanitario, que necesita urgentemente de ese material, no dispone de él. Vemos a gente que va en coche con mascarilla FPP2/FPP3 y guantes puestos, presa del pánico o del egoísmo. La ausencia de redes de solidaridad o el control de esas redes por parte de la Administración (o de su funcionariado), está impidiendo el desarrollo de relaciones personales y de creación de espacios de decisión comunitaria, que sí pueden garantizar la salud en un futuro, desde la responsabilidad y la consciencia. ¿Dónde están ahora aquellas personas que suelen sacar la palabra “anarquía” para referirse al kaos? Porque cualquier persona que tenga mínimos conocimientos en materia sanitaria puede ver que esta situación es caótica, y no la hemos provocado las organizaciones o individuos que nos consideramos o se nos considera anarquistas. Es el káos del Estado y del Capitalismo.

Los virus y otros muchos patógenos están aquí, estaban aquí y seguirán aquí, con nosotras o sin nosotras. Tendremos que aprender a convivir, porque si tratamos de exterminarlos, que parece el plan ideado por los Gobiernos, volveremos a desequilibrar el medio en el que vivimos.

Repensar la Sanidad

El sistema sanitario es uno de los pilares que debería garantizar la salud de las personas. Esperamos que haya quedado claro que lo que tenemos en nuestros territorios no cumple esa función. La sanidad es un edificio carcomido, al que le han puesto un poco de maquillaje y han pagado una buena campaña de márketing, mientras han saqueado el poco personal y material que un día metieron dentro.

Las bases teóricas sobre las que debería asentarse el sistema sanitario no son más que papel mojado. La organización de la Atención Primaria en torno a Áreas Básicas de Salud no se ha respetado. La primera barrera contra la infección generalizada ha desaparecido por decisión de personas “responsables” del sistema sanitario, y sólo mediante la presión del personal de los CAPs se han vuelto a abrir los centros de salud que cerraron al principio de la Pandemia. Además, en comunidades como la madrileña, el personal de éstos centros se está derivando a los hospitales de campaña construidos y dirigidos por el ejército, donde se está trabajando en base a criterios sanitarios aplicados en catástrofes, dejando fuera de la atención a un buen número de personas, por considerarlas irrecuperables.

Tiene pinta de que vamos a pasar esta Pandemia sin que se hayan escuchado los lamentos de profesionales; tampoco se han escuchado los de personas que están sufriendo el abandono en el sector socio-sanitario y de los cuidados (residencias, atención a domicilio, trabajadoras del hogar…). Numerosas campañas digitales, denuncias en Inspección de Trabajo, incluso medidas judiciales están llamando a proveer de material al personal que trabaja con grupos de riesgo y personas enfermas…pero no se está consiguiendo el objetivo. Siguen aumentando los casos de positivos…eso sí, sólo están trascendiendo los datos de personal sanitario, no de trabajadoras del hogar, ni de limpiadoras, ni de cuidadoras…y todo esto mientras gobierna el feminismo de Estado.

Salir de esta situación va a costar mucho y nos va a dejar una huella psicológica que el sistema sanitario en derribo no va a poder tratar. Tendremos que ser nosotras quienes lo afrontemos y tendremos que hacerlo comprometiéndonos con un cambio social, que tendrá que partir primero de un cambio de mentalidad individual y colectiva. Ponemos sobre el papel algunas reflexiones que tocará desarrollar entre todas.

  1. Descentralización total del sistema sanitario. Las medidas que en un territorio funcionan, no tiene por qué hacerlo en el territorio vecino. Esto sirve tanto para las situaciones de emergencia, como para la búsqueda diaria de la salud individual y comunitaria. La integración del sistema sanitario en la comunidad debe ser total. Esto implica que el acceso de todas las personas tiene que ser totalmente libre. También implica que los conocimientos sobre todos los aspectos de la salud han de ser puestos en común.

Ejemplo: las medidas de confinamiento en las ciudades no pueden ser las mismas que en zonas rurales.

  • Aplicación del federalismo como mecanismo de relación entre los sistemas sanitarios de los territorios, en base a la colaboración y con rechazo absoluto a la competencia Capitalista y el utilitarismo del Estado. Las soluciones a los problemas se buscan en el entorno próximo. Si se encentran soluciones o se logran hallazgos en un territorio, se han de poner en común en toda la red, para encontrar aplicaciones prácticas en cada territorio. El federalismo, el contacto directo y estable, permite establecer criterios comunes cuando son necesarios.

Ejemplo: si en un territorio descubren una vacuna contra un virus, no se puede permitir que ese conocimiento quede sólo en manos de sus descubridores, ni que se obtenga un lucro personal con el descubrimiento. Se pone en manos de la Federación, socializando el conocimiento.

  • Atención Primaria como base del sistema sanitario. La especialización médica es un buen invento. Somos capaces de resolver problemáticas de salud que antes suponían la muerte segura. Sin embargo, hemos endiosado a cierta parte del personal especialista, mientras hemos hundido al personal de la primaria. Como hemos visto y padecido, no nos lo podemos permitir. Las Áreas Básicas de Salud se tienen que repensar, dotar de personal y material suficiente, además de suponer el núcleo de conocimientos sobre la salud que debe estar en continuo flujo entre la población.

Ejemplo: en los primeros momentos de la crisis se han desmantelado los Centros de Atención Primaria, generando el caos y el colapso en las centralitas y los hospitales, mientras el personal de los centros reclamaba la reapertura de los mismos, garantizando su seguridad.

  • Socialización de conocimientos y responsabilidad colectiva en los Planes de Prevención de los Riesgos Previsibles. El ser humano ha sobrevivido a lo largo de los siglos gracias a la colaboración, forzada o libre. Hemos sido capaces de enfrentar sacudidas del planeta, como huracanes, terremotos, tsunamis…porque se han acumulado conocimientos que nos han permitido preveer el comportamiento del nuestro entorno. Este conocimiento tiene que estar en manos de la población, no de manera acrítica y obediente, sino de manera responsable y activa.

Ejemplo (negativo): pese a las constantes advertencias por parte de profesionales de las emergencias y las catástrofes, no se han implantado medidas para solucionar los problemas en territorios con altos índices de inundaciones, porque la última palabra la tiene el Estado y los Gobiernos locales, que no han movido ni van a mover un dedo por resolver el problema. Si la población no actuamos, seguiremos sufriendo.

  • El nuevo sistema sanitario, federal y comunitario, debe estar dotado con todos los recursos necesarios, siempre que haya disponibilidad efectiva. No se puede desviar ni un solo esfuerzo para beneficio de unas pocas personas. Si hay materias primas, personal e instrumental, tiene que ser posible todo lo que imaginemos.

Ejemplo: los medios más modernos de protección y tratamiento de enfermedades no pueden estar en manos de militares o policías, ni de empresas privadas; han de estar en los territorios, en manos de la población local.

  • Solidaridad en lugar de caridad. La ayuda a territorios vecinos en problemas sanitarios no se puede dar desde una posición de superioridad moral, económica o política. La ayuda tiene que ser recíproca y libre. Ejemplo (que se puede convertir en negativo): el apoyo que está recibiendo Italia por parte de personal sanitario cubano, si no tenemos en cuenta las luchas políticas que puedan estar detrás de este apoyo. Los conocimientos del personal caribeño pueden ser muy útiles para afrontar la situación.

Para repensar la vida

Las bases que acabamos de proponer para alcanzar el máximo estado de salud, son imposibles de aplicar bajo el yugo del Estado y del Capitalismo; por tanto, hay que repensar la vida para poder reorganizar la sanidad. Hay que pensar en una vida sin Capitalismo, ni Estado.

  1. El centralismo es una medida de los Estados para poder imponer normas y directrices. Sirve para facilitar el control de una sociedad sumisa y desinformada, dado que todas las personas se tienen que someter a la misma autoridad, sin ningún tipo de crítica viable. En el caso de la sanidad entendemos que las órdenes impuestas desde el Estado impiden un abordaje efectivo de la pandemia en cada localidad. Hay que apostar por la descentralización, pero será imposible hacerla efectiva si no destruimos el Poder del Estado. Tampoco servirá de nada que ese Poder pase a manos de nuevos estados más pequeños, como en el caso catalán. En este territorio, que tiene las competencias transferidas desde hace muchos años, y pese a los muchos aspavientos realizados por su presidente durante esta crisis, la centralización y desmantelamiento del sistema sanitario son de las más fuertes del Estado. No puede darse la descentralización necesaria sin destrucción del Estado. Hay que prescindir de este sistema de control para lograr un sistema sanitario útil que garantice la salud de las personas.
  • El Federalismo, herramienta organizativa descentralizadora, deberá ser horizontal y libre. De nada sirve que los diferentes territorios organicen su propio sistema sanitario, si están sometidos finalmente a un ente superior, que además toma decisiones por encima de la voluntad de los territorios. Por tanto, para establecer un sistema sanitario federal, habrá que destruir el Estado, por muy federalista que éste diga ser.
  • Fortalecer la Atención Primaria nunca será una prioridad para ningún Estado, tampoco lo es para el Capitalismo. La Atención primaria, al menos aparentemente, es inversión de esfuerzo y material, para obtener el máximo grado de salud de la población, sin obtener rédito económico. Sin embargo, desde el punto de vista utilitarista del Estado y el Capitalismo, se pueden obtener beneficio en formas distintas. Si la mano de obra no está enferma, puede trabajar mejor. Además, de la inversión económica en sanidad por parte del Estado, las empresas obtienen beneficios a través de contratos públicos, introduciendo la variable del lucro personal en un servicio a la comunidad. Si queremos una Atención Primaria fuerte, arraigada en el territorio y en la población, hay que librarse del Estado y del Capitalismo.
  • El Estado no permite que la solución de las problemáticas sea organizada desde la base. Por eso ha llenado las calles de militares y policías, y está controlando toda la iniciativa popular auto-organizada. La base de su control es la sumisión acrítica de la población y no van a permitir que surjan planes de contingencia para catástrofes, que tengan como base y arraigo las localidades, porque eso minaría su Poder. Si queremos preveer catástrofes y organizar la respuesta desde las localidades, tendremos que acabar con el Estado.
  • El Estado es quien decide dónde se invierten los recursos de todas las personas del territorio. Las iniciativas que se están llevando a cabo desde organizaciones sindicales, vecinales o voluntariado municipal, no pueden paliar la falta de inversión general en el sistema sanitario. Los recursos que se generan en los territorios, que no son sólo monetarios, acaban por desaparecer entre los múltiples intermediarios que componen la cadena que forma el Mercado capitalista-estatista. Aviso para navegantes: comete un error quien piensa que un Estado Catalán no establecerá el mismo criterio, puesto que sin estar conformado como Estado ya lo está haciendo.
  • La solidaridad no se puede aplicar si no es en un plano de igualdad de condiciones. Un Estado no aplica caridad sobre su ciudadanía, sino que establece un régimen burocrático de ayudas públicas. El Capitalismo no practica la solidaridad con las personas, sino que ofrece caridad a su plantilla, como lo hace Amancio Ortega. La solidaridad entre Estados no es posible, porque no se aplica desde y sobre las personas, sino que la aportación se hace directamente al aparato central. Para hacer posible la aplicación de la solidaridad, hay que eliminar los obstáculos para la igualdad entre territorios. Eso no se puede conseguir sin eliminar el Estado.

El confinamiento es duro. Las personas que podamos, aprovechémoslo para desenchufarnos de mátrix y salir a la vida real. Reflexiona, discute con tu vecindario, piensa en soluciones de futuro que podamos desarrollar. Piensa en una vida mejor para ti y las tuyas. Imagina una vida sin Estado y sin Capitalismo. Por una sociedad horizontal, más justa y más segura. Por una sociedad sin jerarquías, ni dominación. Por una sociedad anárquica. Organízate y lucha.

Sección Transporte Sanitario

SOV Manresa CNT

CNT de Manresa

CNT de Manresa - Catalunya central (que inclou comarques de l'Anoia, del Bages, del Berguedà, el Solsonès i el Moianès)

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